jueves, 21 de mayo de 2009

CARTA A UN MALTRATADOR

Fernando Orden Rueda 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador', convocado por la Asociación "Juntos contra la violencia doméstica"


Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.


Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.


Me puse contento antes de tiempo.


Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…


Y sucedió.


Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.


Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.


Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.


Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.

miércoles, 20 de mayo de 2009

UNA CANCIÓN PARA MI RECUERDO



Tal como esperaba, no hay vuelta atrás
Podemos retroceder y no doblar la esquina
No lo puedo controlar, si me hunda o salga a flote
Porque elegí el agua en la que me meto

Y da igual quién tenga la razón
Merezco mucho más que esto
Porque sólo hay una cosa que quiero

[Estribillo:]
Si no es eso de lo que estás hecho,
No eres entonces lo que busco
Querías pero no eres capaz de darme más
No hay nada que hacer,
Estás cambiando
Porque algunas cosas nunca serán mías
Esta vez no estás enamorado, pero no pasa nada

Te oigo hablar, pero tus palabras no significan nada
Dudo que ponga el corazón en las cosas
No es mucho pedir que me devuelvas lo que te di
Pero elegí el agua en la que me meto

Y da igual quién tenga la razón
Merezco mucho más que esto
Porque sólo hay una cosa que quiero

[Estribillo:]
Si no es eso de lo que estás hecho,
No eres entonces lo que busco
Querías pero no eres capaz de darme más
No hay nada que hacer,
Estás cambiando
Porque algunas cosas nunca serán mías
Esta vez no estás enamorado, pero no pasa nada

¿Cuál es tu definición de “lo único”?
¿En qué quieres que se convierta realmente?
No importa cuánto ceda, nunca es suficiente

Tal como esperaba,
Me hundiré antes de salir a flote
Porque estas son las aguas en las que me meto

[Estribillo:]
Si no es eso de lo que estás hecho,
No eres entonces lo que busco
Querías pero no eres capaz de darme más
No hay nada que hacer,
Estás cambiando
Porque algunas cosas nunca serán mías
Esta vez no estás enamorado

Oh, si no es lo que busco
Estabas dispuesto, pero eres incapaz de darme más
No hay nada que hacer,
Estás cambiando
Porque algunas cosas nunca serán mías
Esta vez no estás enamorado
Esta vez no estás enamorado
Esta vez no estás enamorado

SIÉNTETE ORGULLOSO DE HABLAR ANDALUZ

A menudo los andaluces tenemos que enfrentarnos al hándicap de hablar andaluz, “gracias” a la difusión de muchas obras literarias y cinematográficas que asocian personajes graciosos, incultos y vagos con Andalucía, asignando papeles de criados, niñeras, cocineras, peones, etc., que por otro lado son profesiones que nos honran, ya que sólo se delega ese tipo de labores a personas de máxima confianza.

Me parece una gran incongruencia la imagen que se proyecta del andaluz cuando la historia del arte y de la cultura está repleta de numerosos nombres andaluces que han sido ilustres a lo largo de los siglos.

Algunos representantes de los poderes públicos también contribuyen a fomentar este estereotipo calificándonos como indolentes, rezagados, analfabetos y con acento “chistoso”, pero como dice el refrán, no ofende el que quiere sino el que puede; lo único que consiguen con sus comentarios es hacer manifiesta su incultura, porque el dialecto andaluz es el legado de multitud de civilizaciones que han convivido en Andalucía.

La mayor preocupación es la percepción que muchos andaluces tienen de sí mismos y las repercusiones que ello conlleva en su desarrollo personal y profesional, son muchos los que sienten pánico a exponer en público, no sólo por el miedo escénico sino por el miedo a no hablar correctamente, he de decir que el dialecto andaluz en tan correcto como cualquier otra lengua y que no hemos de confundir el dialecto andaluz con los vulgarismos.

Los medios de comunicación, tales como televisión y radio, están contribuyendo a difundir esta percepción, incluso los canales de televisión andaluces tienden a ocultar los diferentes acentos propios de las distintas provincias, otorgando prioridad a comunicadores que no son de la región o que han desvirtuado su acento autóctono.

El problema, yo creo, estriba en que se están perdiendo los referentes y modelos a seguir, diariamente vemos personajes mediáticos andaluces que van abandonando su forma genuina de hablar en detrimento de un acento más castellano. Como solución propondría rescatar y premiar a los artistas e intelectuales que ejercen de andaluces, sobre todo debatiendo los prejuicios y estereotipos que dañan al acento andaluz.

Para concluir os animo a que reflexionéis si es ético, que se cuestione la cultura, el trabajo, la profesionalidad de una persona por el criterio basado en prejuicios sobre su lugar de procedencia o su acento. Lamentable ¿verdad? , pues es una realidad.